sábado, febrero 16, 2008

Entrevista a Juan Domingo Argüelles por Claudina Domingo


Mínima entrevista con Juan Domingo Argüelles
a 40 años del Premio de Poesía Aguascalientes
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Además de su reconocido trabajo poético, Juan Domingo Argüelles (Chetumal, Quintana Roo, 1958) ha ejercido desde hace 27 años los oficios de editor y periodista. En esta ocasión se dedicó a la investigación, compilación y a la elaboración del prólogo de Antología del Premio de Poesía Aguascalientes 1968-2007, que edita el Instituto Cultural de Aguascalientes y el Centro de Investigaciones y Estudios Literarios de Aguascalientes. Agradecemos al poeta que haya accedido, con todo y remilgos, a esta familiar entrevista.


Entiendo que has elaborado una recopilación de los 40 años del Premio de Poesía Aguascalientes. ¿Qué tanto trabajo implicó ello?

Así es. Se trata de una antología conmemorativa de los 40 años del Premio, que incluye una selección lo suficientemente amplia de cada obra para dar al lector un buen panorama de cada libro. El trabajo fue arduo, no sólo por lo que implicaba la relectura de todos y cada uno de los libros ganadores, sino también porque busqué que las versiones de esta antología incluyeran los cambios que a los largo de los años han impreso en sus obras los poetas. Es decir, en esta Antología del Premio de Poesía Aguascalientes 1968-2007, los lectores encontrarán las versiones definitivas que los poetas hicieron de sus libros con los que originalmente obtuvieron el galardón. Resulta obvio, como en el caso de José Emilio Pacheco, que entre la versión de 1969, de Joaquín Mortiz, de No me preguntes cómo pasa el tiempo y la que el autor incluye en sus poemas reunidos (1958-2000) de Tarde o temprano, hay bastantes cambios. En la Antología del Premio son estas últimas versiones las que incluí. Y, al igual que en el caso de José Emilio Pacheco, lo hice en los casos de todos los demás poetas que hubiesen reeditado su libro con el que ganaron el Aguascalientes.

¿Qué evolución o trazo estilísticos observas desde el primer premiado hasta el más reciente?

En el prólogo a la antología conmemorativa digo una cosa que ahora repito: el Premio de Poesía Aguascalientes no se caracteriza por una sola estética o por una sola poética, sino que abarca una gran diversidad de propuestas, desde la poesía social hasta el poema del juego verbal por excelencia, pasando por supuesto por otro todas las manifestaciones líricas personales. De alguna manera, en sus cuarenta años de existencia el Premio de Poesía Aguascalientes refleja la historia de la poesía mexicana, de su desarrollo a lo largo de las últimas tres décadas del siglo XX y los años que llevamos del siglo XXI.

Tú mismo ganaste el Premio en 1995. ¿Qué significó entonces haberlo ganado con tu libro A la salud de los enfermos?

Lo obtuve, efectivamente, en 1995, y fue para mí una de las más definitivas experiencias, pues me convenció de que podía ser poeta algún día si seguía los dictados de la vocación, y no me dejaba llevar por la corriente de la moda y de los intereses que en literatura acaban siendo siempre dominantes. ¿Quién escribe poesía, con poca probabilidad de éxito comercial, pudiendo escribir una novela? Obviamente, quienes creen que la literatura es una elección y no un destino. En el caso de la poesía, los poetas sabemos que el éxito comercial es prácticamente imposible, y que la prosa narrativa es el género exitoso por excelencia. Pero un poeta no elige ser poeta, sino que, si va a serlo, se le impone como un destino.

De todos los libros que han sido premiados, ¿cuál te gusta más y por qué?

Desde mi punto de vista personal es facilísimo responder, porque mi respuesta obedece obviamente a la preferencia del tipo de poesía que me conmueve y con la que me identifico de manera absoluta. No diría solamente un título, sino varios: Espejo humeante, de Juan Bañuelos; No me preguntes cómo pasa el tiempo, de José Emilio Pacheco; La zorra enferma y otros poemas, de Eduardo Lizalde; Volver a casa, de Alejandro Aura; Mar de fondo, de Francisco Hernández, Música solar, de Efraín Bartolomé, y otros más.


¿Crees que la importancia del Premio sigue siendo la misma?

Como lo afirmo en el prólogo, el Premio significa un honor codiciado no sólo por su carácter orientador respecto de la obra misma, sino también por la satisfacción de ciertas compañías en una lista de nombres que, de una u otra forma, revelan el nivel de la poesía mexicana. Para un poeta de las nuevas generaciones es absolutamente reconfortante estar en la misma nómina de, por ejemplo, Juan Bañuelos, José Emilio Pacheco, Eduardo Lizalde, Hugo Gutiérrez Vega, Coral Bracho, Francisco Hernández, Efraín Bartolomé, José Luis Rivas, Elsa Cross, Jorge Esquinca y Jorge Hernández Campos, por sólo mencionar a algunos de los más notables galardonados. La larga historia del Premio de Poesía Aguascalientes ha tenido de todo y así como ha consagrado a poetas que, en el momento de obtenerlo, poseían una trayectoria indiscutible, también ha revelado a jóvenes talentos que, con el correr de los años, se consolidaron con una obra más ambiciosa y lograda. El Premio de Poesía Aguascalientes es un certamen cuyo máximo valor no sólo radica en su perdurabilidad de décadas, sino también en el alto significado de parámetro estético que ha tenido y tiene para la cultura nacional, en un país donde se dice, con un mucho de exageración, que la poesía no la lee nadie. ¿No tendría acaso que resultar paradójico que el premio por concurso más prestigiado en México sea, precisamente, el destinado a un género literario supuestamente minoritario? Veámoslo de este modo y podremos comprender más objetivamente su absoluta trascendencia.

Entiendo que este año cumpliste 25 años publicando poesía. ¿A qué libros tuyos le tienes más cariño y por qué?

Sí, mi primer libro de poesía lo publiqué en 1982 y lleva por título Yo no creo en la muerte. En efecto, ya se cumplieron 25 años de ello. De entre los doce libros de poesía que he publicado en estos cinco lustros, hay cuatro que me siguen gustando casi íntegramente: Como el mar que regresa, Canciones de la luz y la tiniebla, Agua bajo los puentes y A la salud de los enfermos. Creo que en ellos está cifrada gran parte de mi existencia, pues para mí la poesía no es ficción sino sentido de pertenencia e historia personal, emoción que se comparte. De otro modo, ningún sentido tiene para mí escribir. De estos cuatro y de todos los que he escrito y publicado, A la salud de los enfermos sigue siendo mi itinerario más personal y con el que más he podido comunicarme con otros poetas y otros lectores.

Se sabe que es casi imposible que tú accedas a presentar un libro y se te ve muy poco en lecturas y presentaciones, ¿a qué se debe?, ¿cuándo te aburriste de los corrillos literarios?

Eso sólo me sucede últimamente, a partir de la última década. Antes era al contrario: iba con mucha facilidad y mucho contento a presentar libros. Hoy creo que poco de esto tiene sentido. Accedo a presentar el libro de algún joven o de algún amigo, porque a ellos les puede resultar satisfactorio. Yo lo sufro un poco, aunque también sería exagerado decir que hago martirologio del asunto. Cumplo disciplinadamente, y punto. Pero, sí, en efecto, los corrillos literarios me aburren no por otra cosa sino porque yo mismo soy aburrido. Entre conversar apasionadamente sobre literatura o sobre poesía o sobre lo que sea, en un ámbito profesional, prefiero hacer cualquier otra cosa, incluso leer, pero no realizar una tarea que físicamente me agota y que emotivamente me resulta bastante desagradable. No sé qué tanto platica la gente de literatura, si tiene tan poquito tiempo para leer por estar todo el tiempo platicando. Pero, en fin, cada quien su placer. En esto sí soy definitivo, y no se lo discutiría a nadie. Que cada quien haga lo que le plazca, en tanto le place. Y, en mi caso, uno de mis mayores placeres no es la presentación de libros.


Entrevista realizada por Claudina Domingo (Ciudad de México, 1982).
*Texto incluido en la Revista Viento en vela #10 (diciembre 2007).

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