lunes, agosto 29, 2011

Miguel Guardia por Alí Chumacero

Miguel Guardia

Por Alí Chumacero (Acaponeta, Nayarit, 1918-2010)

Miguel Guardia (1924-1982) ejerció varios oficios con la letra escrita. Fue autor y crítico de teatro, hizo ensayo y periodismo cultural; pero su tarea principal la constituyó la poesía. En ese campo supo mostrar, mediante un lenguaje gradualmente más directo y nítido, un espíritu fiel a la soledad, con­fiado al amparo de la pasión amorosa y a menudo adverso a las situaciones que entorpecen la libre acción de los hombres. Consideraba el poema como denuncia, ira y rebeldía desde la conciencia de que “todo estaba perdido de antemano”. La mujer, la añoranza, la sensualidad, el recuerdo, la ausencia, el silencio, fluyen de sus versos con la certeza de que formulan la única manera de situarse por encima de la desolación, más allá de la corriente oscura que todo lo arrebata. Como quien sospecha que pronto ha de partir, el poeta canta al amor “lo único que puede vencer a la muerte” anti­cipando su verdad pura.

Sin dificultad empleaba términos de sentido opuesto en una misma estrofa. Así en el poema titulado: “Esperanza”, dice en tono de presagio y al mismo tiempo, de dulce promesa:

Con un poco de amor llegaremos jóvenes a la tumba:

estamos a tiempo. Tendremos nuevos recuerdos,

pensamientos que nunca hubo en nuestras vidas

y esperanza, esperanza, esperanza…

Pero en verdad Miguel Guardia se inclinaba al registro de temas menos alegres, donde el mundo y la vida aparecen desmoronándose, conducidos por una mano implacable hacia “la hora en que todo calla y todo se despierta", hacia el instante en que solamente las silabas de un nombre signi­fican la postrera, perseguida reconciliación consigo mismo:

Suena tu nombre tan intensamente

que se me queda en los oídos

como lamento, como esperanza,

como derrota, como el olvido, como la nada.

Dentro de esa amarga órbita, nutrida de fantas­mas, derrumbes y vacíos a la que el poeta se sabe sujeto, Miguel Guardia mantenía alerta la convic­ción de que su obra habría de sobrevivirlo. Recor­dando a Manuel Gutiérrez Nájera, que a su vez había parafraseado al Latino, asegura que seguirá viviendo hasta la consumación de los siglos, y ter­mina:

Estoy alegre, alegre, porque sé que no he muerto,

porque no he de morir, amiga mía.

En efecto, la poesía de Miguel Guardia perdu­rará y hará perdurar su nombre entre nosotros. Contra el inequívoco verso suyo: “Yo ya no tengo días, sino una noche eterna” se levantará siempre el muro de estos poemas cuya lectura nos descubre, encendidamente, el alma de un escritor que hizo de la belleza un eco de sus pasiones.


*Texto publicado en el número 15 de Viento en vela.


viernes, febrero 05, 2010

Abigael Bohórquez por Álvaro Solís


Con un temblor de voz en lo que queda de palabra: Abigael Bohórquez*

Por Álvaro Solís (Villahermosa, Tabasco, 1974)

Creo sinceramente que el mejor homenaje que un poeta puede recibir es ser leído, apreciado y valorado por un público lector o escucha. Miguel Guardia (quien perteneció al grupo “Mascarores” junto a escritores de la talla de Jaime Sabines, entre otros) y Bohórquez son poetas prácticamente desconocidos en nuestro país, sus libros son inconseguibles en el mercado editorial, el cual parece más entregado a rendir culto a los poetas que ya son considerados parte del canon, que en restituir el lugar que merecen figuras definitivas, indispensables para la conformación de la lírica nacional, como es el caso de Guardia (a quien por cierto Bohórquez dedica su segundo título “Acta de confirmación”, 1966) y del escritor nacido en Caborca.


Bohórquez es un poeta que desde su primer libro Fe de Bautismo (1960) hasta el último Poesida, poemario publicado un año después de su muerte, se muestra como poseedor de un enorme lirismo, poeta absoluto que canta al dolor emanado de los acontecimientos cotidianos, los cuales dan vida a textos sumamente emotivos, personalísimos, en donde cada palabra ha sido colocada con cirujana precisión, destacando desde el inicio el oficio de un escritor que iría decantando una obra sólida, en constante evolución temática y formal, que además no siempre deambularía por el camino seguro y firme de lo ya establecido, sino que en ocasiones también emprendería proyectos poéticos arriesgados y experimentales, como es el caso de poemario Navegación en Yoremito (1993).


De esta manera es difícil entender cómo en torno a una obra con estas características se ha guardado un sospechoso silencio, existe en torno a ella un veto que aún después de 16 años de la muerte de su autor no cesa, un veto que lo ha alejado de las editoriales que pueden procurar la divulgación que merece. La culpa de este silencio no se debe solamente al hecho de que Bohórquez, en su momento, no supo o no pudo encontrar los medios editoriales adecuados para su divulgación, sino a todos los que, siendo sus lectores, no hemos dedicado el esfuerzo suficiente para que esta obra llegue a un mayor número de lectores que puedan constatar por sí mismos, el enorme valor de una poesía llena de hallazgos, de honesta preocupación por lo humano.
Hasta el momento la edición más asequible de su obra es la antología titulada Las amarras terrestres (UAM, 2000) magníficamente preparada y prologada por Dionicio Morales como un tributo a su maestro. Por desgracia esta edición tiene mala circulación, quien la tiene no la presta, su distribución es mala, terrible, inexistente.
Todo parece indicar que además de un talento poético innegable existen otros requisitos para poder acceder a las editoriales de mayor prestigio y circulación de nuestro país.


Uno mira los catálogos de las editoriales más importantes de México, y es evidente que en todas ellas hay autores de prestigio que, por desgracia, no siempre tienen de su lado la poesía. Seré más puntual. ¿Cómo es posible que Abigael Bojórquez no forme parte de la colección “Letras mexicanas” del Fondo de Cultura Económica o de la serie “Lecturas Mexicanas” del CONACULTA? ¿Se trata de un autor políticamente incorrecto? ¿Quién vetó a este extraordinario poeta? ¿Hasta cuándo durará ese veto? ¿O es un olvido? Me parece que la falta de difusión en la obra de un poeta tan importante como Bohórquez es un vacío imperdonable en la poesía mexicana.


Si con José Carlos Becerra nos lamentamos porque la muerte lo sorprendió en Brindisi y nos dejó sin la obra que hubiera podido escribir en una época de madurez, con Bohórquez no nos pasa lo mismo, vemos cómo van evolucionando sus poemas, cómo el poeta perfecciona su oficio, cómo el poeta arriesga, cómo el poeta se quita la máscara y habla sin tapujos y celebra sus dones, cómo sus libros se vuelven más complejos en todos los sentidos, más crudos también. En el camino vemos cómo una voz se va forjando en el fuego arduo y diario de la vida.


¿Quién alza la mano para decir que la poesía de Abigael Bohórquez no merece las mejores vitrinas, las mesas de novedades de las librerías de nuestro país, los libreros de las bibliotecas públicas de las universidades?


La poesía de Abigael Bohórquez es una apología del hombre común, del dolor que no sólo lastima sino que, de alguna manera, purifica y nos permite acceder a una mirada singular en torno a los acontecimientos cotidianos, al amor filial y al amor carnal, a las cosas simples del mundo, al quehacer del poeta que rinde culto a la actividad más elevada; la propia Poesía:


Poesía, desembárcame,
échame a tierra y léñame,
como a candil de sangre, enciéndeme,
que se sepa tu Voz.



Poesía, horádame,
ancla en mí, balsamísame,
sumérgeme en la luz líquida y lenta
de ese trago de vino;
rescátame, tremólame,
tengo hambre de tu lanza en mi costado.



Poeta solitario, el sonorense se dedicó con ahínco a la configuración de una obra que abarca casi cuarenta años de creación, poco le importaron las lustrosas vitrinas de la élite literaria, se dedicó con severa humildad a testimoniar el mundo que le tocó vivir, y la manera en que le tocó (y costó) vivir ese mundo, la desazón más tremebunda:


Cuando ya hube roído pan familiar
untado de abstinencia,
y hube bebido agua de fosa séptica
donde orinan las bestias;
y robado a hurtadillas
tortilla y sal y huesos
de las cenadurías;
y caminado a pie calles y calles,
sin nómina,
levantando colillas de cigarros;
y hubime detenido en los destazaderos,
ladrando como perro sin dueño,
suelo al cielo, mirando a los abastecidos.

Sus temas fueron los del hombre sencillo que sabe sacar brillo a la árida roca hasta convertirla en diamante o en agua, en cielo despejado o en dolor purificador y profundo, en “Desierto mayor” o en transfiguración posible, en la frustración del hombre que encuentra su alimento mejor en las palabras, en las palabras que encuentran su modo mejor en la expresión poética.


De este modo Bohórquez logra transfigurar el dolor del hombre común y corriente, en gozo, en dolorosa belleza, convirtiéndose así en un moderno alquimista. Pero ¿de qué sirve toda esta transfiguración del dolor humano, si no hay una correspondencia lectora, si no hay quien asiente o niegue el milagro de la poesía, la epifanía que a pocos les es dado alcanzar y compartir?
el que, desde la infancia, retenía al dolor
como al más fiel inqulino de su casa

Ya Dionicio Morales, en el prólogo a la antología que preparó, ha fijado los distintos registros de la obra de Abigael Bohórquez:
su amorosísima y humana ansiedad por el destino del hombre, el desenfadado espíritu crítico que alcanza cimas corrosivas, su noble antiimperialismo, el delirante gozo de las varoniles urgencias terrenales de su asumida condición en el amor que ya puede gritar su nombre, su infinita ternura hacia las cosas y los seres olvidados de Dios, entre otros amplios registros.
Entre tales registros podemos agregar su preocupación por el lenguaje poético como tematización, así como la condición del poeta que tiene que sobrevivir en un mundo adverso hacia la sensibilidad del hombre que ha nacido dotado para el ejercicio de la escritura.
Otro punto a destacar es que Bohórquez transitó, desde su primer libro, por un camino recorrido escasamente en la lírica nacional, el de las preocupaciones sociales y políticas, preocupaciones que si bien son un constante a través de todo el corpus de su obra, no se encuentran peleadas en ningún momento con lo poético, sino que ambas conviven en constante equilibrio. Basta recordar el poema titulado “Llanto por la muerte de un perro”:


Mi perro siendo perro no mordía.
No engañaba ni mordía.
Como los que no siendo perros descuartizan,
destazan,
muerden
en las magistraturas,
en las fábricas,
en los ingenios,
en las fundiciones,
al obrero,
al empleado,
al mecanógrafo,
a la costurera,
hombre, mujer,
adolescente o vieja.


¿Cuánto tiempo más tendremos que esperar para que este poeta ocupe el lugar que por derecho propio merece su labor poética? ¿Cuánto tiempo para que Bohórquez comparta los estantes de las librerías con sus iguales, con los Chumacero, los Bonifaz Nuño, los José Carlos Becerra, los Lizalde, los Pellicer, etc.? Cuando esto suceda se habrá hecho justicia a uno de los poetas más intensos y de mayor alcance del siglo que recién terminó. Más allá de reivindicar a Abigael, se habrá hecho justicia a la POESÍA.
*Ensayo publicado en el número 15 de la revista Viento en vela.

domingo, agosto 30, 2009

Revista Viento en vela #15


El número 15 de la revista Viento en vela (primavera 2009) está dedicado a celebrar la obra de tres poetas mexicanos: Abigael Bohórquez (1936-1995), Miguel Guardia (1924-1982), y José Emilio Pacheco (1939). Una de las pautas dentro de Viento en vela ha sido el rescate o revisitación de movimientos literarios y de autores poco explorados o desconocidos en nuestro país, así como una crítica distinta a autores que ya ocupan un lugar dentro del canon. En este hemos reunido estas dos directrices para hacer un perfil crítico de los poetas Miguel Guardia y Abigael Bohórquez, quienes se les ha mantenido al margen con pocas o nulas ediciones de sus libros, pese a su alta calidad estética. Tras la muerte de estos dos autores se ha tendido un injusto silencio sobre su obra tanto por críticos como por lectores. Las plumas que nos ayudan a acercarnos a estos autores son Alí Chumacero e Iván Cruz Osorio en el caso de Miguel Guardia, además incluimos el poema “Aposento VI. Miguel Guardia” que Abigael Bohórquez hizo a la memoria de Guardia. Algo que sin duda hay que reflexionar es el hecho de que estos autores, amigos entre sí, hayan corrido con la misma suerte en cuanto a la marginación.
En el caso de Abigael Bohórquez contamos con un ensayo de Álvaro Solís, además de la participación de los poetas Jorge Ortega y Mijail Lamas quienes, a pregunta expresa del consejo editorial de Viento en vela, comentan la relevancia de la obra homoerótica de Bohórquez. Tanto en el caso de Miguel como en el de Abigael se ha hecho una breve muestra de su poesía con la intención natural de encontrarnos con ellos a partir de su obra.
Por otra parte nos acercamos a José Emilio Pacheco (1939), quien cumple 70 años. Este autor ha hallado un lugar dentro del canon de la poesía mexicana contemporánea y ha influenciado a varias generaciones de poetas. La crítica se ha encargado de desentrañar su obra poética en repetidas ocasiones. Así que se decidió hacer un perfil distinto, para esto el ensayista Sigifredo Esquivel Marín realiza un texto lúdico para dar cuerpo a la obra y personalidad del poeta sin caer en las repetidas formulas de análisis. Asimismo, los poetas Rodrigo Castillo, Mijail Lamas y Jorge Ortega, explican la relevancia de la obra poética de José Emilio.

CONTENIDO
  1. Editorial
  2. Miguel Guardia (por Alí Chumacero)
  3. 7 poemas de Miguel Guardia
  4. Miguel Guardia: El Retorno (por Iván Cruz Osorio)
  5. Aposento VI. Miguel Guardia (de Abigael Bohórquez)
  6. 70 años de José Emilio Pacheco (Rodrigo Castillo, Mijail Lamas, Jorge Ortega)
  7. Abigael Bohórquez: 73 años de su nacimiento, 14 de su muerte (Jorge Ortega, Mijail Lamas)
  8. El poeta labra en la memoria una palabra de esperanza (a partir de José Emilio Pacheco) (por Sigifredo Esquivel Marín)
  9. Con un temblor de voz en lo que queda de palabra: Abigael Bohórquez (por Álvaro Solís)
  10. 3 poemas de Abigael Bohórquez

lunes, junio 29, 2009

Comunicado de la Red de Escritoras y Escritores por el ALBA sobre Golpe de estado en Honduras


CONDENAMOS EL BRUTAL GOLPE DE ESTADO EN HONDURAS

El domingo 28 de junio de 2009 marca un capítulo más dentro de las páginas oscuras de Nuestra América. El ejército hondureño, y las fuerzas políticas de la derecha, han dado un vergonzoso Golpe de Estado al gobierno democráticamente elegido de Manuel Zelaya. El hecho ocurrió en Tegucigalpa, cuando cuatro comandos de aproximadamente 200 soldados llegaron a la residencia del presidente hacia las 06:00 horas, tiempo local. El presidente de Honduras, Manuel Zelaya, fue secuestrado y trasladado a Costa Rica por los militares. Mientras el presidente del Congreso, Roberto Micheletti, se autodesignó como presidente interino de la Nación, hecho que es rechazado por los miles de hondureños que en las calles exigen el retorno del Presidente constitucionalmente electo.

En solidaridad con los miles de hermanos hondureños que han declarado su intención de mantenerse en la calle hasta que retorne el presidente Manuel Zelaya, que rechazan categóricamente la posición del Congreso y ratifican que no reconocerán a un presidente de facto, la red de escritoras y escritores por el ALBA nos declaramos en resistencia hasta que este retorno se logre.

Por lo tanto, no reconoceremos ningún otro gobierno hondureño que no sea el encabezado por el presidente Manuel Zelaya. Nos comprometemos a denunciar, a manifestarnos en las calles, en nuestros distintos medios escritos y electrónicos, y en todo momento, sobre este brutal golpe de estado, al igual que todas las acciones de represión que se desaten a partir de él. Condenamos entonces la ilegalidad e ilegitimidad de este Golpe de Estado y exigimos la restitución del gobierno democrático del presidente Manuel Zelaya.

Reconocemos la valentía de los pueblos nuestro americanos y enarbolamos sus voces que han sabido resistir en diferentes tiempos históricos. Alzamos la voz y la lucha de Allende, Sandino, el Che y de todas las mujeres y hombres que resistiendo nos han dado la fuerza y la razón para vencer. La construcción de la paz y la democracia, sólo puede darse sobre la base de la justicia y la solidaridad, y porque somos responsables de nuestro futuro lucharemos por un presente donde se respeten las decisiones que libremente hemos tomados los pueblos de Nuestra América.

Firman:

Iván Cruz Osorio (México), María Eugenia López (Argentina), Gladys Mendía (Venezuela-Chile) , Benjamín Morales (México), Daniela Saidman (Venezuela), Horacio Cavallo (Uruguay), Isaac Morales Fernández (Venezuela), Rosa Chávez (Guatemala), Pablo Benítez (El Salvador), Norys Saavedra (Venezuela), Pablo Villarreal (Argentina), Juan Manuel Parada (Venezuela), Julia Erazo (Ecuador), Yuri Patiño (Venezuela), Augusto Rodríguez (Ecuador), José Javier Sánchez (Venezuela), Gabriel Figueredo (Venezuela), Inti Clark (Venezuela), Kathya M. Rodríguez (Panamá), Yanuva León (Venezuela), Katherine Castrillo (Venezuela), Dannybal Reyes (Venezuela), Raúl Aguiar (Cuba), Ennio Tucci (Venezuela), Germán Gana (Chile), Leonardo Cabrera (Uruguay), Eduardo Mariño (Venezuela), Fernando Vargas (Colombia), Diego Grueso (Colombia)

Simpatizantes de la red:

Saúl Ibargoyen (México-Uruguay), Thelma Nava (México), Ambar Past (México), Max Rojas (México), Gabriela Astorga (México), Luis Téllez-Tejeda (México), Santiago Robles Bonfil (México), Galo Ghigliotto (Chile), Daniela Moreno Urdaneta (Venezuela), Leonardo Delgado (Venezuela), Julio Valderrey (Venezuela), Jesús Ricardo Alustiza (Venezuela), Lenín Santiago Márquez (Venezuela), Omar Alfonso Requena (Venezuela), Javier Pérez (Venezuela), Usbaldo Volcán (Venezuela), Gabriel Impaglione (Argentina), Johnny Figueroa (Venezuela), Daciel Pérez (Venezuela), Benito Mieses (Venezuela), Mirian Angélika Pulido (Venezuela), Alfonsina Piña (Venezuela), Diego Navarro (Venezuela), Luis Rivero (Venezuela), Felipe Montes (Venezuela), Danis Gentile (Venezuela), Javier Monagas (Venezuela), Gabriela Barradas (Venezuela), Darién Giraldo Hernández (Colombia), Fernando Cely Herrán (Colombia)

domingo, junio 07, 2009

Allen Ginsberg & Paul McCartney: The Ballad of the skeletons





En 1995 el poeta Allen Ginsberg y Paul McCartney se unieron para crear una canción. Desde luego la música es del exbeatle y la letra es el poema de crítica política The Ballad of the Skeletons del poeta beat. A primera vista la combinación parecería algo extraña. Se sabe de la estrecha relación de Ginsberg con Bob Dylan, incluso con John Lennon. Sin embargo, McCartney muy pronto mostró su admiración a la obra poética de Allen. Eso ocurrió cuando Dylan, de gira en Londres y Ginsberg recién llegado a la ciudad al ser expulsado de la entonces Checoslovaquia, coincidieron con los cuatro músicos de Liverpool. En aquel momento Ginsberg se interesó mucho en esos muchachos que tenían el mundo en sus manos y no dejó de apuntar, años más tarde lo hizo público, su ingenuidad y frescura. Desde luego la vivacidad y humor negro de Lennon le interesaron de inmediato, pero fue con McCartney con quien tuvo una relación artística, ya que de inmediato se manifestó el interés de compositor de Yesterday, Helter Skelter, Let It Be, con la obra de los Beats. De esa relación se fraguó durante años una colaboración musical-poética. El resultado es The Ballad of the Skeletons, que se presentó en forma de sencillo en 1995. Hubo una actuación en vivo por parte de estos creadores en el Royal Albert Hall de Londres el 16 de octubre de 1995. Así pues los dejamos con estos dos genios y esta composición crítica de su tiempo.


Said the Presidential Skeleton

I won't sign the bill

Said the Speaker skeleton

Yes you will

Said the Representative Skeleton

I object

Said the Supreme Court skeleton

Whaddya expect

Said the Miltary skeleton

Buy Star Bombs

Said the Upperclass Skeleton

Starve unmarried moms

Said the Yahoo Skeleton

Stop dirty art

Said the Right Wing skeleton

Forget about yr heart

Said the Gnostic Skeleton

The Human Form's divine

Said the Moral Majority skeleton

No it's not it's mine

Said the Buddha Skeleton

Compassion is wealth

Said the Corporate skeleton

It's bad for your health

Said the Old Christ skeleton

Care for the Poor

Said the Son of God skeleton

AIDS needs cure

Said the Homophobe skeleton

Gay folk suck

Said the Heritage Policy skeleton

Blacks're outa luck

Said the Macho skeleton

Women in their place

Said the Fundamentalist skeleton

Increase human race

Said the Right-to-Life skeleton

Foetus has a soul

Said Pro Choice skeleton

Shove it up your hole

Said the Downsized skeleton

Robots got my job

Said the Tough-on-Crime skeleton

Tear gas the mob

Said the Governor skeleton

Cut school lunch

Said the Mayor skeleton

Eat the budget crunch

Said the Neo Conservative skeleton

Homeless off the street!

Said the Free Market skeleton

Use 'em up for meat

Said the Think Tank skeleton

Free Market's the way

Said the Saving & Loan skeleton

Make the State pay

Said the Chrysler skeleton

Pay for you & me

Said the Nuke Power skeleton

& me & me & me

Said the Ecologic skeleton

Keep Skies blue

Said the Multinational skeleton

What's it worth to you?

Said the NAFTA skeleton

Get rich, Free Trade,

Said the Maquiladora skeleton

Sweat shops, low paid

sábado, mayo 30, 2009

Muestra de poesía ecuatoriana reciente (1973-1984)


Prólogo a Muestra de poesía ecuatoriana reciente (1973-1984)*



Por César Eduardo Carreón

La presente antología de poesía ecuatoriana reciente, preparada por Juan José Rodríguez Santamaría, constituye una pequeñísima pero precisa selección de textos representativos de las últimas tendencias creativas del género lírico en el Ecuador. No están todos los autores en plena producción, porque son demasiados como para reunirlos en este espacio. Tampoco se encuentran todos los estilos representados, debido a que la elaboración de esta muestra está mediada también por las particulares preferencias del recopilador que, como en toda antología, filtran el torrente de autores y títulos. Sin embargo, el trabajo de Rodríguez posee un mérito: ha logrado dibujar en poquísimas páginas cierta secuencia histórica que se remonta a los inicios de la modernidad literaria ecuatoriana y termina abriéndose a un futuro promisorio.
El primer autor de la muestra es Ángel Emilio Hidalgo (1973). Su poesía parece girar en torno a dos preocupaciones centrales: el transcurso ineluctable del tiempo y la escritura poética como la herramienta más idónea que posee el hombre para enfrentarse a su condición efímera y mortal. El motivo de la disolución de la memoria en el piélago temporal resume en gran medida la poética de Hidalgo, de ahí la brevedad de sus textos, su carácter meditativo y el ritmo pausado de los versos. Se trata de una voz poética enfrentada a su propia fragilidad, que en la reticencia, al borde del silencio, encuentra las palabras y las imágenes precisas para retratar sus preocupaciones.

El tercero de la lista, David G. Barreto (1976), se aleja un tanto del sistema de referencias de Carrión y de la apelación a la tradición de Hidalgo. G. Barreto es un poeta más intelectual, un tanto menos lírico. Sus poemas en prosa son a la vez reflexiones sobre el sentido mismo de la escritura poética y máximas metafóricas, construidas sobre ideas filosóficas muy abiertas, que oscilan entre un idealismo a ultranza y la huella de vivencias biográficas muy precisas, siempre ocultas detrás de imágenes desérticas o marítimas. Sus versos reflexionan sobre los límites del conocimiento humano y sus posibilidades de comprender la totalidad.
Javier Cevallos Perugachi (1976) tiene entre sus referentes literarios más evidentes a los beatniks norteamericanos y a los poetas hispanoamericanos de la experiencia. Su poesía se debate entre la muestra desenfadada de lo cotidiano y la necesidad de hallar el origen de la propia identidad cultural, a través de la observación de la herencia arquitectónica y del paisaje natural. Sus últimos poemas muestran una apertura hacia referentes geográficos lejanos de su natal Quito. En esta nueva actitud sobresale la pretensión de cierta universalidad, que concentra los textos en torno de la imagen del individuo acosado por el vértigo de la modernidad.
El siguiente poeta antologado, Ernesto Carrión (1977), ha construido su obra lírica a partir de una constante: la inconformidad con la realidad. Sus voces poéticas reclaman siempre la presencia de un mundo más unitario y transparente. Quizá por eso recurre con frecuencia a la impostación: muchos de sus poemas son monólogos dramáticos, en los que el poeta asume la identidad de personajes ficticios o históricos de la tradición literaria y popular de Occidente. Con estos disfraces, Carrión construye un mundo demencial, lleno de rebeldes, iconoclastas, descastados, apátridas... La poesía de este autor es una de las más agresivas y teatralizadas de los últimos años.
Cristian Avecillas (1977) reflexiona sobre la escritura poética y sus límites. Sus poemas se aglutinan con un criterio casi siempre secuencial: desde la fundación mítica de la palabra del hablante poético, hasta la realización imaginaria de ese mundo deseado o prefigurado por ese narrador fundacional. En la configuración de estos mundos líricos, caben tanto los deslices cuanto los fragmentos meditativos. No faltan tampoco la autoironía ni la crítica a los límites siempre deleznables del género de la poesía lírica. Esta recopilación muestra apenas una parte del trabajo en plena ebullición de este escritor, empeñada en formar unidades de sentido cerradas, completas.
La poesía de Juan José Rodríguez (1979) ha evolucionado desde la más simbólica de las reticencias hasta la apertura a un mundo de referencias heteróclitas, entre las que caben tanto los discursos de la alta cultura literaria como los de la cinematográfica. Este cambio ha tenido varias consecuencias: el ritmo áspero y fragmentado ha devenido en musicalidad variada y pertinente a cada motivo o tema. Por estas razones, no sorprende que en su obra se encuentren textos sentenciosos junto a otros cargados de narratividad. Las iniciales imágenes, de juegos dicotómicos sencillos, se han transformado en sucesiones de versos abiertos a la experimentación.
Fernando Escobar (1982) añade la frescura de una voz ocupada en satirizar y variar de tono continuamente. Las imágenes del mundo cotidiano se pueden volver pretextos para referirse a la mitología griega o a la mitología de la tradición lírica de Occidente. Son sujetos de su crítica o celebración tanto figuras ficticias (como la casta Penélope) tanto como históricas (el poeta español Leopoldo María Panero). Un regusto a bravata queda después de la lectura de su poesía: se trata de una visión mundana de la vida, cargada de la honestidad que brinda lo espontáneo. De entre todos los antologados, éste quizá sea el más provocador.
El más joven de la lista, Fabián Darío Mosquera (1984) parece ser también el más versátil. Posiblemente porque se encuentra todavía en la búsqueda de sus propios límites como creador. Es el más arriesgado y experimental de todos. Sus poemas se valen de variados motivos y temas, así como de todas las técnicas que conoce para construir versos. No le es ajena la prosa poética ni la minielocuencia. Trabaja tanto la sentencia como la metáfora más densa. Camina al borde de lo prosaico y declarativo, para luego explorar en su propia individualidad. Se acerca con mucha frecuencia a la vanguardia literaria del siglo XX, la revitaliza y evoca.
Sin duda alguna, han quedado muchos nombres por antologar, pero este primer vistazo pude dar al lector curioso una idea de cómo una parte de los más jóvenes poetas del Ecuador se están vinculando al contexto de la producción contemporánea de poesía lírica de Hispanoamérica. Sería interesante que Juan José Rodríguez Santamaría volviera sobre sus huellas y continuara el camino iniciado con esta brevísima muestra. Quedan muchos nombres, mucha poesía que leer. Que esta sea una invitación a los lectores y poeta mexicanos, para apretar los lazos de dos tradiciones literarias emparentadas en más de un sentido, más allá de su pasado, en su futuro.


* Texto publicado en el número 13 (septiembre 2008) de Viento en vela.