jueves, junio 21, 2007

Una postal de Jaime García Terrés*


Este día, un día de octubre del año 1941, un atrevido muchacho de tan sólo diecisiete años, ofrecerá ante un público que bien podríamos imaginar entusiasta y numeroso convocado en el Ateneo de la Juventud —el mismo de Reyes y Vasconcelos— una atenta y certera conferencia que ha titulado como Panorama de la crítica literaria en México. Su nombre: Jaime García Terrés (1924-1996).

Habría también, entonces, que imaginarlo inaugurando su discurso de la siguiente manera, nada arbitraria por otra parte, sobre todo si se considera con la nitidez que nos da hasta este momento el tiempo —febrero de 2007—; puesto que, visto así, sus palabras devienen no sólo entrañables a sus lectores, sino además secretamente reveladoras para comprender más justamente sus profusas vida y obra:

Presentar los vestigios que en una de las innúmeras playas de aquel sugerente océano que es el humanismo han dejado las generaciones últimas.

Y aun más, el aliento que las insufla y somete:

Proyectar al vuelo sobre una pantalla imaginaria las siluetas de aquéllos que en los momentos actuales o en los inmediatamente anteriores se han significado en el noble ministerio de la Crítica. He aquí el único propósito que anima estas palabras.
Todo paisaje, sin embargo, se halla sometido, en el espectador, a las leyes inflexibles de la perspectiva. Y el panorama que me ocupa no constituye una excepción a la regla. Es esa perspectiva, pues, ese personal punto de vista, lo que yo invoco como atenuante, en descargo del atrevimiento o la imprudencia que pudiéranme ser achacados.


Serio animador cultural, crítico riguroso, ensayista original y profundo que lo mismo trataba la lucha entre Eros y Thánatos en Los infiernos del pensamiento (1967) que la censura editorial en nuestro país en La feria de los días (1961), Jaime García Terrés fue sobre todo poeta; un poeta mayor en las letras mexicanas del siglo XX. A unos días de cumplirse el primer onceavo aniversario de su muerte (el 29 de abril), desde estas páginas —posibles únicamente por la generosidad de los autores que las habitan—, así lo recordamos.

Pero antes, volvamos nuevamente a 1941 y escuchemos al mismo Jaime García Terrés terminar, de qué mejor manera, su Panorama de la crítica literaria en México:

Hasta aquí el curso de nuestro recorrido. Hemos visto, todos, muchas nubes desconocidas en el cielo policromo de nuestro paisaje. Yo las he visto por un impulso propio, engañado acaso, en ocasiones, por la fantasía. Vosotros las habéis visto a través de un lente ajeno, recibido con indulgencia de mis manos; un lente empañado, tal vez, por la precipitación, mas nunca —yo os lo aseguro— por la insinceridad o por el prejuicio.

Christian Barragán-


* El presente texto, es la presentación del homenaje a Jaime García Terrés que VIENTO EN VELA ofrece en su reciente número 7.
** El material fotográfico que acompaña al texto, forma parte del archivo personal de Jaime García Terrés. Agradecemos a su viuda, la Sra. Celia Chávez, la cortesía de prestarnos y permitirnos reproducir dicho material.

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